Cuando uno es joven, piensa que tiene toda la vida por delante para escribir esas historias que lleva dentro. Hay tiempo, no hay que preocuparse.
Luego el tiempo pasa, y te das cuenta de que cada vez te queda menos.
Entonces llega un momento en que el tiempo pasa mucho más deprisa de lo que te gustaría. Ahí es cuando comprendes a aquellos que te decían que el tiempo (y no el dinero o tu inspiración) siempre es tu recurso más preciado.
El tiempo se te está acabando. Escribe como si hoy fuese a ser tu último día, porque algún día lo será.
Mañana, más. ¡Feliz escritura!