Incluso cuando no tengan razón de ser y puedan deslucir el conjunto de tu obra, las imperfecciones también tienen su razón de ser en tu obra.

Porque la vida no es perfecta y tus historias tampoco han de serlo.

De hecho, puede que sean precisamente esas imperfecciones las que hagan tu historia memorable.

Piensa en un clásico como El señor de los anillos. Para cualquier escritor que se precie, la obra debería ser revisada de principio a fin: hay huecos importantes en la historia y el tono cambia radicalmente del primer libro al tercero.

Sin embargo, es gracias a esas imperfecciones —y a sus muchas otras virtudes— que se se ha convertido en un clásico, leído y releído generación tras generación.

Si intentaras  «arreglar» el libro, seguramente lo despojarías de todo lo que le hace interesante. Se convertiría en una historia más, de esas que lees, disfrutas, y olvidas según las terminas.

Escribe la mejor historia posible, pero no mates lo que le hace única en las correcciones. 

Mañana, más. ¡Feliz escritura!

Imagen: Ryan Holloway en Unsplash