Puede que parezca que en las últimas semanas, esta bitácora ha pasado de hablar de escritura a ser un blog de autoayuda, dando consejos evidentes y dejándolo todo a expensas de lo que haga el lector.
Si es así, me alegra. Porque mi concepto de autoayuda es el mismo que tiene Andrés Pérez Ortega.
Este es un blog de autoayuda, porque si no te ayudas tú no te va a ayudar nadie.
Si con estas entradas logro que alguien se sacuda las telarañas y comience a tomar decisiones por sí mismo, habrán cumplido su objetivo.
Lo que es yo, no te puedo ayudar. Bastante tengo con lo mío.
Mañana, más. ¡Feliz escritura!
Imagen: Nikko Macaspac en Unsplash
Tío, escribe. Escribe. Escribe.
Sé lo que es. Como te comenté en el correo del wrimo he estado de viaje en Inglaterra desde el domingo hasta ayer, y entre lo que tenía adelantado y que el lunes por la tarde cambié una «Guiness y medio buey asado» por una cenita rápida en un Subway y me pimplé 2200 palabras en lugar de la cena. Y no veas lo que tuve que forzarme, en un hotel y completamente solo. Pero yo soy un don nadie, tío.
Así que espabila y escribe. 😀
Durante toda esta semana lo voy a tener muy crudo para escribir (y el blog está sobreviviendo con las entradas programadas con mucha antelación); a partir del próximo lunes le doy la vuelta a la tortilla que ya contaré con más tiempo. Además, ya sabes que lo importante no es cómo se empieza, sino cómo se termina 😛 ¡Un abrazo!
¡Qué maligno! XDDDDDD.
Me pasó a mi el año pasado eso mismo. Empecé como este y me salió un viaje sorpresa del curro a… Rusia (sin amor)… Montar 22 máquinas de las nuestras son muchas máquinas, sobre todo por los cambios necesarios en el software, para solo una semana. Me prometí escribir en el hotel, pero ya te lo puedes imaginar. Terminabas de currar y te ibas de cena con los colegas y tenías el tiempo justo de dormir para el día siguiente.