Si recuerdas las notas sobre la creación de historias que he terminado hace poco, sabrás que uno de los ingredientes más importantes para que tu historia funcione son los personajes.

Sobra decir que cuanto más construidos y tridimensionales sean, mejor funcionará la historia y más se identificará el lector con ellos. En aquellas notas, ya explique una técnica para crear personajes memorables. Hay muchas más, y deberías elegir la que mejor te funcione a ti, que para eso son tus personajes; el día de hoy voy a limitarte a dar unas pinceladas de trazo grueso sobre una de las cualidades principales de un personaje memorable.

En la vida real, todos tenemos una personalidad compuesta por múltiples facetas y es difícil reducirlas a una característica singular. Sin embargo, en la ficción es bueno que comiences con la característica singular y definitoria del personaje, y partas de ella para empezar a crear su personalidad. 

Por ejemplo, tomemos a Chaka Gutionov, uno de los protagonistas de los libros que he ido publicando hasta la fecha. Para que puedas hacerte una imagen del mismo, esta es la referencia que tomé cuando lo creé hace unos cuantos años.

Sí, este es Chaka Gutionov.

Para los que no hayan leído mis libros, Chaka Gutionov es un comerciante libre, o lo que otras mentes menos liberales llamarían contrabadista, que opera en su cosmonave Bribón a lo largo y ancho de la galaxia.

¿Cómo diferenciarlo de tantos otros remedos de Han Solo que existen en la ficción? A través de su característica definitoria. Gracias a su inteligencia, habilidad y un poco de suerte, Chaka es capaz de salir airoso de cualquier situación. Y le he puesto en algunas bastante peliagudas, créeme. Chaka ha podido con todas, en ocasiones, sorprendiéndome hasta a mí.

Pero —y he aquí la moraleja de esta historia— su fortaleza es también su debilidad. Esa capacidad que tiene Chaka de salir bien librado de toda situación ha hecho que nuestro protagonista sea incapaz de lidiar con el fracaso. Cuando las cosas siempre salen como tú deseas, no desarrollas los mecanismos necesarios para enfrentarte a la frustración. Y nuestro héroe cubre esa carencia, de manera inconsciente, con cierta dosis de chulería y, sobre todo, evitando crear vínculos.

Por lo que cuando, en mi último libro Prisioneros del Futuro, las cosas se tuercen, Chaka no lo lleva demasiado bien, y eso hace que crezca como personaje. Sigue siendo chulo, pero ahora no es un mecanismo de defensa, y comienza a crear vínculos con otros personajes. Y el lector, que lleva siguiéndole a estas alturas durante varios cientos de páginas, empatiza con ese crecimiento.

Aquí tienes en pocas palabras una de las claves para crear personajes que importen al lector. Dales una característica definitoria y que esa misma fortaleza sea su debilidad.

Piensa por ejemplo en un personaje (da igual que sea hombre o mujer) cuya cualidad principal sea su fortaleza. Incluso en las peores circunstancias, no cede y sigue esforzándose para mejorar su situación. Incansable, se dedica a echar horas y horas en su puesto de trabajo para sacar a su familia adelante.

Esto, que es una cualidad en principio admirable, tiene otra lectura. Como el personaje se esfuerza tanto, es incapaz de pararse y ver qué le pasa a los que le rodean. Es muy posible que pase poco o nada de tiempo con sus hijos y que estos guarden rencor en secreto por ello, por ejemplo.

Ahí lo tienes, en dos párrafos tienes un personaje y la semilla de una historia. Es sencillo; mira, lo voy a hacer otra vez.

Piensa en otro personaje cuya característica definitoria sea la lealtad a los suyos. Si encima lo tienes en una posición de autoridad, puede que sea líder en su comunidad y que se preocupe de que todos los que están bajo su tutela tengan trabajo, salud y estén alejados de los peligros.

Pero claro, su fortaleza es su debilidad. Para este personaje, cualquier persona fuera de su grupo es menos que nada y los tratará como escoria. Peor aún, se encargará de acabar con todas y cada una de las personas que amenacen a su grupo. Incluso a los miembros del grupo que intenten salirse de su tutela. La lealtad es de dos sentidos, al fin y al cabo.

Creo que con estos dos ejemplos te ha quedado bien claro. Cuando escribas una historia es bueno que hagas este ejercicio con tus personajes principales. Puedes hacerlo antes o después de desarrollar el argumento, en el fondo el resultado es el mismo.

En la vida real, las personas somos mucho más complejas pero para tu historia no necesitas crear un perfil psicológico de tu protagonista. Basta con unas líneas maestras como te acabo de mostrar, que luego puedes adornar con otros elementos que te sirvan para enriquecer al personaje.

Creando personajes memorables, tus historias ganarán peso y empatía con el lector. Y para hacerlo es bueno que comprendas como su fortaleza es también su debilidad.

Imagen: Christian Sterk en Unsplash.