A la hora de escribir, tienes que enfrentarte a tus miedos. Uno de ellos, puede que el más pernicioso, es el miedo a no escribir, a no hacer tu trabajo.

Los miedos, como cualquier otra creencia, suelen ser autosustentables. Tengo miedo de las arañas, así que las evito para no tener que enfrentarlas y perpetuar mi miedo.

Tengo miedo de no escribir, así que no escribo, me ahorro enfrentar la hoja en blanco y puedo seguir soñando que mañana comenzaré ese libro que sorprenderá a todos.

Sé que no es fácil enfrentar ese miedo. A mí me ha ganado la partida más veces de las que quiero admitir.

Pero, como en todo en este vida, lo que cuenta no es la caída sino levantarse.

Presentarte ante tu ordenador y comenzar a darle a la tecla hasta lograr la cantidad de palabras que tengas pensada, o hayas estado el tiempo que habías programado. No necesitas más y tampoco menos.

Tampoco conseguirás nunca ni más ni menos que eso, por lo que aspirar a otra cosa es gastar tu tiempo y tu energía.

Un día de trabajo. Esa es la mayor recompensa a la que puedes aspirar.

Mañana, más. ¡Feliz escritura!

Imagen: Cliff Johnson vía Unsplash.