La promoción para los escritores independientes sigue siendo una especie de santo grial. Parece que si logras cierto número de seguidores o publicas en redes sociales gran cantidad de contenidos ocurrentes, o consigues que te entrevisten en la radio de tu ciudad, tienes el cielo ganado y tu libro empezará a venderse por sí solo.

Por supuesto, eso no ocurre ni ocurrirá nunca.

Pero igualmente tratan de encontrar la fórmula mágica, esa tecla que si la pulsas haga que las ventas suban como la espuma. En la inmensa mayoría de los escritores, esas esperanzas están alimentadas por el desconocimiento de qué es la promoción y de cómo funciona el mundo de los medios de comunicación o las redes sociales. Los casos más sangrantes son aquellos que hacen eso que siempre te digo que no hagas: olvidar como escritor lo que sabes como lector.

Ni que decir tiene que estos últimos son los que se dan el batacazo más grande.

En cualquier caso, hay una característica común a todos esos escritores: intentan reclamar la atención de los lectores por el medio que sea. Puede que se dediquen a tuitear enlaces a su libro cada media hora, que busquen «Me gusta» en su página de Facebook como si les fuera la vida en ello o que manden notas de prensa indiscriminadas a todos los medios de comunicación para hablar de su libro. Y ese es el problema y la premisa errónea de la que parten.

No puedes reclamar atención. Debes ganártela.

Como siempre, hablaré de mi experiencia personal y por qué hago las cosas que hago. Cuando empecé en esto a principios de 2014, tenía muy claro que solo era un escritor novel más y que si quería obtener la atención de los lectores debía dar algo a cambio. Lo que hice fue muy sencillo: poner mi primer libro al precio más bajo posible y escribir un relato para regalar a los lectores que tuvieran a bien suscribirse a mi lista de avisos.

Como veras, no me molesté en inundar las redes o hablar sobre mi libro en cada ocasión que se me presentara. No seguí los caminos «tradicionales» de publicación, así que tampoco tenía por qué seguir la sabiduría establecida. De hecho, cuando uno de mis compañeros de trabajo se enteró de que había escrito y publicado el libro, me preguntó cuándo iba a hacer la presentación y se sorprendió bastante cuando le dije que no tenía intención de hacerla. Las presentaciones pueden ser herramientas útiles para un escritor pero, como toda herramienta, hay que valorar si los beneficios que nos depara superan los inconvenientes que nos genera. En mi caso, no tenia ninguna gana de buscar un local e invitar a mis amigos y familiares para hablar de mi libro; ese tiempo y dinero necesarios los podía invertir mejor en otros fines, especialmente cuando la presentación no me garantizaba ninguna venta.

De hecho, nada te garantiza una venta; es una de esas lecciones que debes aprender por ti mismo. Te garantizo que resulta muy liberadora.

Siguiendo con mi experiencia personal, en cada uno de mis libros he seguido con la misma táctica: ofrecer relatos gratuitos a los lectores que se suscriben a mi lista de avisos y jugar con el precio de mis libros en su preventa. Con ello he logrado un aumento lento pero seguro, pasando de apenas cuarenta reservas de Traición en el Gran Consejo a casi ochenta de Proyecto Armagedón y más de ciento veinte hasta la fecha en Prisioneros del Futuro.

Además, el aumento de títulos de mi catálogo me abre un abanico cada vez mayor de posibilidades de promoción. Por un lado, tengo dos títulos gratuitos que están colocando centenares de unidades cada mes, convirtiéndose en la tarjeta de presentación perfecta para cualquier lector que desee introducirse en mi obra. Por otro, puedo aprovechar la publicación de Prisioneros del Futuro para realizar una oferta puntual en el primer libro de la saga, y seguramente lo haga cuando llegue el momento.

La clave está en intentar ganarte la atención de los lectores ofreciéndoles algo a cambio de ella en lugar de reclamarla como si fuéramos un niño de pecho. No olvides que nadie te debe nada. Es otra de esas lecciones liberadoras que también debes aprender por ti mismo.

Porque sé que por mucho que argumente, siempre habrá escritores que seguirán reclamando atención en lugar de ganársela. Ganar la atención de alguien un proceso lento que requiere su tiempo y supone trabajar para conseguirla, mientras que para reclamarla solo tenemos que pedirla y al instante tenemos la respuesta. Sin embargo, los lectores no están obligados a hacerte caso, así que más vale que te prepares para muchas desilusiones si vas por ese camino.

Al final, el camino menos vistoso es el que triunfa, el camino lento, trabajado y pensando en el largo plazo.

Ahora deja de leer y haz algo para ganarte la atención de tus lectores. Es lo que voy a hacer yo.

¡Feliz escritura!

Imagen: Edwin Andrade vía Unsplash: